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domingo, 28 de febrero de 2010

DIE LOVECRAFT CAPÍTULO 5

Ese día habían despertado antes. Después de la noche más corta, venía el día más largo. Normalmente...

Tenían que hacer todas sus tareas matutinas, a parte de prepararlo todo para el convite de bienvenida y la reunión para decidir asuntos sobre Kim. Por suerte, para cuando ella despertase ya habrían acabado con todo, y no les molestaría con preguntas estúpidas de principiante.

-Belith, Mela y yo ya hemos acabado con los farolillos que quedaban. ¿Qué les queda a los demás?

-Creo que ya están todos. Avisaré a Romeo para que los convoque.

-Nosotros vamos ya para allá.

No tardaron más de diez minutos en volverse a reunir, como tantas otras veces.

-Buenos días a todos. Como sabeís, hemos de decidir quién le enseñará cada cosa. Agnes, ya sabes que tú serás su tutora oficial, pues tú la encontraste. Mela, tú que fuiste la última en entrar, le enseñarás las cosas más básicas. Las cosas más simples materiales, puesto que de las otras, obviamente, se encarga Agnes. Karstic, serás su entrenador físico, velocidad y agilidad. Andreas, también entrenador físico, fuerza, equilibrio y resistencia. Mica y Belith, magia defensiva. Edmitz y Colwest, magia negra. Yo seré su examinador. Serán siete horas al día, que se irán reduciendo a medida que aprenda. Lo que primero aprenderá será lo básico. Le doy tres semanas. Después, Karstic y Andreas serán los segundos en terminar sus enseñanzas. Más o menos en dos meses. Mica, Belith, Edmitz y Colwest... lo vuestro es más difícil. Tendreís que enseñarle los seis meses siguientes. Agnes... a ti te necesitará hasta los nueve.

Salieron de allí. Al día siguiente tendrían que preparar las clases para pasado, y eso suponía mucho trabajo. Tal vez podrían descansar un poco después de preparar la fiesta.

Para las siete, ya tenían todo preparado. Algunos habían decidido ir a la biblioteca para cerciorarse de que los libros necesarios para el aprendizaje de Kim estaban en su sitio, otros habían salido fuera, para correr, correr hasta elevar sus pies, tan rápidos como te golpea el aire en la cara y enseguida se va, tan rápidos como una lágrima se desvanece al oir las palabras de la persona adecuada. Otros, simplemente, se relajaban en su sofá.

A la hora prevista, Kim despertó. Ahora era distinta. Y a cada segundo que pasase allí, se haría más distinta.

-¡Kim!-la llamó Agnes.-Todos están en el comedor. Esperándote para tu fiesta.

Agnes la miró de arriba a bajo, y, sólo levantando sus manos, le cambió su uniforme por un precioso vestido rojo.

-Ahora estás decente para una fiesta de nuestro nivel.

Sin más, se fue y dejó a Kim sola. Se quedó algo confundida, pero no podía tener a nueve personas esperándola.

Llegó al comedor. A Kim le pareció que era el doble de grande que antes.

-Bienvenida. Que dé comienzo la fiesta.

Todos se sentaron y empezó un gran murmullo. La habitación estaba exquisitamente decorada, como si se tratase de el gran salón de un palacio, y no de un comedor dentro de un árbol en medio de un bosque.

Todos hablaban con todos, y nunca había silencio alguno. Kim también hablaba, no porque quisiera, sino porque no podía esquivar las preguntas de los demás.

-Agnes, me siento distinta. Y no sé con claridad qué pasó ayer.

-¡ja, ja, ja! Es normal que te sientas distinta. Ahora eres de los nuestros. Cada día sabrás más, y serás un poco más como nosotros. Hasta que llegue un momento en el que seas completamente como nosotros.

Kim aceptó su respuesta, y decidió disfrutar de todo aquello. Tenía muchas cuestiones aun sin resolver, pero era consciente de que ese día ninguna sería resuelta.

Habían pasado varias horas, y aun seguían de celebración. Algunos estaban fuera, y otros no se habían movido de su asiento. Cuando se oyó ruido alertador desde el espacio que rodeaba el árbol.

Todos salieron sin dudarlo.

-Kim, tú no vengas. Sube a la torre y contempla desde allí.

Kim obedeció, y subió lo más rápido que pudo. La escena la dejó atónita.

Eran quince. Quince personas aparentemente humanas. Agachadas, con la cabeza siempre por delante del cuerpo, abrían sus bocas y mostraban sus puntiagudas lenguas y sus afilados dientes. Susurrando, pretendían acobardara losLovecraft. Estos, en la misma posición que aquellos seres, no se dejarían atemorizar. Hasta que un ser saltó. Quedó en el aire, unos segundos, y luego cayó, al lado de Karstic. Los demás le siguieron.

Y empezó la lucha. Los extraños parecían buenos, pero parecían ser muy conscientes de con quiénes peleaban. Aquello era aterrador, pero a la vez muy hermosos. Con movimientos magníficos, preciosos, los hacían caer y gemir de dolor sin derramar ni una gota de sangre. No querían matarlos. Era un juego demasiado divertido para ellos. Y no querían acabarlo tan pronto.

"Al menos cien años más" les decía Romeo mentalmente.

Empezaron a huir, al darse cuenta de que ya no podían hacer más. Habían perdido. Otra vez.

-Creían que podían vencernos.-Dijo Colwest.-Qué chiste.

-Cada vez me aburren más.

-A mí me parece que esto será más interesante dentro de poco. Kelwin los ha convocado a todos, me enteré esta mañana, en el pueblo. Son tan tontos que a lo mejor todavía no saben que podemos leer la mente.

-¿A qué se referían con eso de "a todos"?

-Pues a todos. De todos lados, de todas las ciudades, de todos los países. Todos los Semis del mundo.

-No puede ser verdad.

-Lo es. Ellos raramente se mienten entre los suyos.

-Podían haber estado mintiendo. ¿te vieron?

-No, y además llegué más allá de sus pensamientos para cerciorarme de que eran reales.

-En ese caso, vienen en el peor momento. Tenemos nueve meses de tarea por delante.

-Pero nosotros podemos con todo.

-Sí, y por eso tenemos que emplearnos a fondo. Investigar. A fondo.

-No hay horas suficientes

-Pues las creamos. Nunca nada ha sido imposible para nosotros. Y ampliar el tiempo es una pequeñez. Mañana, al anochecer, lo haremos. Tenemos un pacto. Desde hace cientos de años. Y nada ni nadie nos va a impedir cumplir nuestro objetivo. Nunca.

-También vendrá el señor de las sombras.

-Pues que venga. Será bien recibido.

-Creo que lo estaís subestimando.

-De ninguna manera. Sé que es muy poderoso, pero sé que somos invencibles.Y la verdad, quiero que venga. Quiero enfrentarme a alguien que se acerca a nuestro nivel. Qué bien nos sentiremos después de derrotarlo. Le vendrá bien a mi autoestima. Se acabó la fiesta.

Se giraron, y vieron a Kim. Siguieron su camino, y esta el suyo hacia su dormitorio.

sábado, 27 de febrero de 2010

DIE LOVECRAFT CAPÍTULO 4

-Bien, necesito a alguien que le explique a Kim quiénes somos. Y qué hacemos... parcialmente.-Empezó a hablar Agnes, cuando todos callaron.

-Yo mismo-Dijo Edmitz, poniéndose en pie. Agnes se sentó.

-Nosotros somos Lovecraft, un grupo de gente diferente a los demás, y mejores. Empezamos a juntarnos hace tiempo, huyendo de los que son distintos, y lo que hacemos es buscar a gente como nosotros. Para saber si son de los nuestros, les hacemos una prueba, a la que tú te sometrás hoy.

-¿Y si no la paso?

-En primer lugar, eres nueva, y no puedes hablar sin que se te dé permiso. Y si no la pasas, morirás. Ahora, nos vamos. Hay que prepararse para esta noche.

Kim se quedó en su sitio, inmovíl. Mela se acercó a ella.

-No te preocupes, Agnes elige con cuidado, no trae aquí a cualquiera.

-Pero... ¿y si no la paso? Además, tengo un montón de preguntas.

-Aquí se resuelve todo a su tiempo. Las dudas, las preguntas... se irán disolviendo de tu cabeza, poco a poco.

-Ah. ¿Y a dónde voy ahora?

-Tienes una pregunta para Agnes. Ve a verla.

Kim iba a preguntarle cómo lo sabía, pero recordó la lección de hoy: todo a su tiempo.

Salió de allí y fue a buscar a Agnes. La encontró en su habitación.

-Agnes, creo que,-Agnes se giró y la miró, sólo a los ojos, sin parpadear. Tenía la respuesta.

-Edmitz y Colwest. Creo que ya los conoces a todos.

-Así es.

-Veo que no preguntas cómo lo he sabido. O bien alguien te ha adivinado algo ya, o bien has aprendido la lección.

-Las dos cosas. Pero no necesito que te diga quién fue.

-sí lo necesito. Nuestras mentes están protegidas, no nos las podemos leer entre nosotros. Además, nos basta con mirarnos para saber lo que nos pasa. Nos conocemos tan bien...

-Entiendo. Pero, cambiando de tema, la verdad es qué no sé si quiero unirme a vosotros.

-Nadie quiere al principio. Pero no hay vuelta atrás. Además, piénsalo bien, ¿No es lo mejor? ¿No quieres ser como nosotros? ¿Quieres ser como los demás, que se cree que valen algo, piensan que son poderosos, y presumen de ello, cuando en realidad no lo son? Hay algo que sí somos todos: todos somos ambiciosos. La diferencia está en que nosotros siempre conseguimos lo que queremos, y ellos no. Dime ahora, ¿qué es mejor?

-Ser... ser como vosotros.

-Exacto.

-Ahora... ¿Qué debo hacer?

-Esperar. Puedes quedarte en tu habitación, dar un paseo, ir a la biblioteca... eso sí: no puedes ir a las habitaciones que no te he mostrado, ni al lado oeste de la biblioteca.

-De acuerdo.

-Cuando sea el momento, te buscaré.

Kim salió del cuarto y empezó a caminar. Se cruzó con Karstic, Observó su ropa. Todos los chicos vestían igual, con una especie de chaquetón que por detrás les llegaba hasta algo más abajo de las rodillas, por delante, sin embargo, la chaqueta sólo les llegaba hasta la cintura. Siempre la llevaban abrochada por unos botones minúsculos. Tenían pantalones negros y botas negras. Las chicas vestían igual también.

Salió fuera. Debían de ser las siete.

Miró el árbol. Era inmenso, y capaz de resistir aquella especie de torre. Se preguntó si sería así de resistente de forma natural. Seguro que no.

Eran ya bien entradas las diez cuando entró en el comedor. Colwest también estaba allí.

-No puedes comer.

-¿Por qué? tengo hambre...

-Porque faltan menos de dos horas para tu iniciación. Por eso.

-¿Y cuando podré comer?

-Después, en la fiesta que daremos, si pasas la prueba. Si no... no te hará falta comer nunca más.

Colwest, se fue, y Kim se quedó pensativa. Quería ser poderosa, pero... la muerte era un precio demasiado alto.

Agnes encontró a Kim en la biblioteca, leyendo. Parecía nerviosa.

-Kim, ya es la hora.

Kim se levantó, temblando. Dejó el libro en su sitio, y siguió a Agnes.

Salieron del árbol. y Kim vio a todos en círculo, mirándola.Agnes se unió a ellos.

-Vamos a decirte lo que tienes que hacer: es fácil. Aguantarás el dolor del recuerdo, de todos tus sueños rotos, de aquello que te hizo venir hasta aquí, mientras te sometes a castigo físico. Sólo si aguantas eso, podrás ser de los nuestros.

Llevaron a Kim al círculo. Se sentó de rodillas, y Mica se puso delante de ella. Alzó su cara, para conseguir transmitirle imágines de sus más dolorosos momentos. Mica se retiró a los pocos minutos, y se unió de nuevo a sus compañeros, y empezaron a lanzarle hechizos.

Kim ni siquiera podía gritar. Permanecía inmovíl, estaba totalmente paralizada. No sabía si porque la habían paralizado o si no podía moverse del dolor y el miedo que sentía.

Intentaba desviar la vista de aquella película macabra que se proyectaba únicamente para ella.Pero ya no había bosque. No veía otra cosa que aquellas imágines. Cada vez que le hacían daño, se convencía más de que eso era lo mejor. Al principio, se negó a creerlo, pero con cada golpe que recibía perdía toda su voluntad. Alzó su cabeza, y supo que si podía levantarla era porque todo había acabado. Los miró a todos. Sonrió, y se dejó caer.

-Mela, Belith, llevadla a su habitación. Despertará mañana, por la noche. A la hora de su bienvenida.

Se la llevaron, la depositaron en la cama y le limpiaron la ropa. Ni siquiera tuvieron que quitárselas; con la magia lo arreglaban todo.

Se fueron a dormir, en la noche más corta desde la entrada de Mela. Siempre que iniciaban a alguien apenas dormían, puesto que acababan cuando la luna llevaba mucho despierta, y se levantaban incluso antes que el sol.


fin del capítulo cuatro... tengo para poner hasta el siete, pero tal vez lo haga más tarde o mañana, ahora no tengo clase hasta el miércoles, así que tengo tiempo. Por favor, comentenme que les parece mi historia.