CHAT

miércoles, 10 de marzo de 2010

DIE LOVECRAFT CAPÍTULO 6

Aún Kim no había visto a nadie. Se levantó, salió fuera y ni rastro de alguno de los nueve. Así que decidió ir a tomar el desayuno. Y allí estaba ella ahora, frente a una taza y tostadas, preguntándose de nuevo dónde estarían.

Recordó la noche anterior. Todo lo pasado la atemorizaba. Sabía que aquellos seres podrían volver, Para los demás no sería problema, pero para ella sí. La matarían si querían. Sin dudarlo. Un golpe limpio sutil, que terminaría con su vida tan rápido que no habría tiempo para gritar. En ese caso, tal vez sería necesario que continuaran leyéndole la mente, si es que ya no lo hacían. ¿O sí lo hacían? se supone que entre ellos no pueden, pero Kim aún no lo era por completo. Se preguntó si esa duda la resolverían.

Acabó su desayuno, y siguió buscando. Nunca se le hubiera ocurrido entrar en las habitaciones prohibidas. Pero eran los únicos sitios a los que todavía no había ido,y tenía que encontrarlos. Pero tal vez si entraban lo consideraban traición. Lo único que podía hacer era esperar, por lo que se dirigió a la biblioteca.

Llevaba ya un tiempo enfrascada en un libro, cuando oyó voces. Provenían del lugar prohibido de la sala. No quería ir. Pero estaban allí. Pensó que quizás si tocaba a la puerta no pasaría nada. Se acercó a ella, despacio, y dio unos cuantos golpecitos.

-¿Qué quieres?-Preguntó Edmitz en cuanto abrió la puerta.

-Es que... no sabía dónde estabais... y no sé qué he de hacer ahora.

-Pasa.

-Estamos preparando tus clases-intervino Belith.

-¿Clases?

-Sí, empiezas mañana.

-¿A qué hora?

-A las siete; te levantarás a las seis para estar lista.

-Pero... eso es muy temprano...

-¡Qué va! Nosotros despertamos a las cinco y media.

-¿En serio?

-Sí. ¿Qué vamos a hacer si no? tano tiempo durmiendo aburre.

-Ya, pero yo tendré sueño.

-Te acostumbrarás. Y ahora vete. Tenemos que seguir nuestra tarea. Tú puedes... No sé, haz lo que quieras. Pero ni se te ocurra ir al pueblo. Todavía no. Y menos sola.

Kim salió fuera pensando en qué emplearía su tiempo libre. Sin nadie, aquello estaba muy solitario. Se acordó de su casa, de sus cosas... Y de su maleta, la que había traído llena de objetos. ¿Qué habría sido de ella? ¿La habrían tirado? Tenía que encontrarla. Fue a su dormitorio, y abrió el armario. Tan sólo había muchos uniformes. Buscó en los cajones. Nada. Seguro que se habían deshecho de ella. Se tumbó en la cama, pensando en que en el techo no iba a estar, pero tal vez en el suelo sí.Efectivamente, se hallaba debajo de la cama.

Dentro encontró su mp3, su móvil y su ordenador, junto con muchas otras cosas. Cogió el ordenador y lo encendió. Se preguntó si dispondrían allí de internet. Recordó entonces a dos personas. Dos amigas a las que había conocido hacía tiempo gracias a internet. En realidad, sólo las añoraba a ellas. Mucho. Entusiasmada por la idea de volver a hablar con ellas, y tras comprobar que sí había conexión, intentó localizarlas. Pero no estaban. No le extrañó, puesto que eran de un país distinto con el que llevaban siete horas de diferencia. Pero estaba alegre. Sabía que al menos no perdería su amistad, que era lo más importante para ella. Apagó el ordendor, y se echó a dormir.

Despertó de madrugada, sin saber cómo había podido dormir tanto. Salió de su habitación y subió a la torre. Contemplaba las estrellas, pensando en su nueva vida. Le gustaba, pero no se sentía segura. De repente, se fijó en una luz misteriosa entre los árboles. Pero tan pronto como surgió, se difuminó, y Kim pensó que sería una especie de visión, que no era real. Era muy tarde,y pronto alguien tendría que vigilar. Se fue a su habitación, ya que quedaban pocas horas de sueño y quería aprovecharlas, aunque pensaba que ya había dormido bastante.

Automáticamente volvió a despertar a las seis. Mientras se vestía, entro Agnes.

-Qué puntual.

-Ha sido una coincidencia el levantarme justo a la hora.

-Ah, sí. Una agradable coincidencia.

-¿Qué haremos hoy? ¿Qué clases daré?

-De eso se te informará en a primera. Ve a desayunar. Luego, busca la sala uno.

Se recorrió todo el árbol buscando la sala, pero no daba con ella. Por suerte, se encontró con Romeo.

-Romeo, por favor, ¿Puedes decirme dónde está la sala uno?

-Claro, te llevaré hasta ella.

No sólo la llevó a la sala, sino que además entró con ella.

-¡Aquí te traigo una alumna retrasada!

-¡Ja, ja! ¡qué suerte que la has traído!

-Sí, para que te fijes, soy imprescindible.

Kim contemplaba cómo bromeaban. Con lo serios que estaban siempre... se debían de conocer desde hacía mucho.

Al fin, Romeo se fue, y empezó la clase.

-Bueno, primero te diré tu horario. De siete a ocho, tendrás clase conmigo. Yo seré tu tutora. De ocho a nueve, tendrás que ir con Mela, que te enseñará a utilizar diversas cosas. De nueve a diez, tendrás clase con Karstic, que te enseñará a ser rápida y ágil. De diez a once, Mica y Belith te enseñarán magia defensiva. De once a doce, aprenderás magia negra con Edmitz y Colwest, y de doce a una, Andreas mejorará tu fuerza, tu equilibrio y tu resistencia. Después, podrás hacer lo que te plazca, a no ser que te necesitemos para algo. ¿Alguna duda?

-Muchas. Pero también tengo que decirte algo.

-¿Qué?

-Ayer, por la noche, salí de mi habitación y fui a la torre. Al rat, vi una luz entre los árboles, pero desapareció.

-Se lo comunicaré a los demás. Podrían ser Semis.

-¿Pero qué son Semis?

-Semi-inmortales. Enemigos. Pretenden destruirnos.

-¿Por qué?

-Porque quieren ser inmortales del todo, y eso es algo de lo que sólo nosotros conocemos el secreto. Y piensan que si nos destruyen podrán entrar aquí y averiguarlo.

-¿Sois inmortales?

-Sí. Y tú también lo serás. Pero eso resérvatelo para Edmitz y Colwest, que también te enseñarán alquimia.

-¿Cúantos años...?

-Resérvalo. Y ya es la hora de tu próxima clase. Es fácil: primera hora, sala uno, segunda hora, sala dos... ¿entiendes?

-Sí.

-Bien. Ah, las clases de educación física se dan todas en la sala tres.

Kim se fue, con una cuestión sin resolver.

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